Por Miguel Escribano
La fresca mañana y el cielo
despejado auguraba un día casi primaveral, como así fue, y con mucho
entusiasmo, y la participación añadida en esta ocasión de los alumnos franceses
del intercambio y sus profesores, nos pusimos en marcha los casi 50
participantes, más algunos que nos
esperaban en nuestro destino, hacia las Lagunas de Ruidera a donde nos
dirigimos no sin cierta inquietud porque teníamos que pasar por el epicentro
del terremoto que afectó a la zona el pasado día 23 de febrero.
Mientras nos acercándonos al
destino el paisaje cambia gradualmente de las llanuras cerealistas que rodean a
nuestra localidad, a las suaves ondulaciones de encinar adehesado y monte bajo
al ir entrando en el Campos de Montiel, hasta llegar las proximidades de Ossa
de Montiel donde el relieve se vuelve más quebrado. Por fin, llegamos a la
localidad de Ruidera y aparecen antes nuestros ojos las lagunas, el Alto
Guadiana, un inesperado oasis de agua rodeado por un entorno extremo y que a
pesar de los innumerables cambios que ha sufrido consecuencia de la actividad
humana todavía sigue conservando una belleza cautivadora. Bajamos del autobús,
estiramos las piernas un poco y nos dirigimos hacia el Hundimiento que es una
cascada que constituye el aliviadero natural entre las lagunas altas de las
lagunas bajas, y sin duda la más espectacular de todas las que ofrece el parque
natural. Se originó en 1545, cuando unas crecidas extraordinarias del río
rompieron la barrera travertínica de la laguna del Rey.
Después nos dirigimos al Centro
de Interpretación del Parque Natural donde Manuel López, Agente Ambiental que
estuvo trabajando durante 30 años en el parque y gran conocedor del mismo y
quien nos acompaño durante gran parte de la jornada, nos explicó parte de su
geología, biología e historia.
De allí partimos hacia la Cueva
de Montesinos donde nos esperan para realizar una visita a la misma y que se
alargó algo más de lo esperado debido a que se pasaba en grupos reducidos y
donde rememoramos algunos capítulos de El Quijote y leyendas sobre el origen de
las lagunas, además de detalles geológicos de la cueva, de manos de nuestra
guía.
A continuación decidimos que es
momento de reponer fuerzas, algunos ya lo habían hecho durante la espera a la
entrada de la cueva con bastante entusiasmo, y nos dirigimos hacia uno de los
merenderos que hay en las proximidades de la laguna Redondilla, lo que algunos
aprovecharon para dormitar al Sol un ratito. Una vez respuestas las fuerza
afrontamos el último punto de nuestro recorrido y paramos en las proximidades
de la barrera caliza que separa las lagunas Batana y Colgada, que atravesamos
aprovechando las pasarelas que hay instaladas realizando un relajante paseo por
el margen de las lagunas más natural ya que no existe ningún tipo de
construcción. Después del recorrido que se hizo breve para muchos, no quedaba
más remedio que volver a nuestro punto de partida y así lo hicimos, aunque aún
a muchos les quedó suficiente energía para participar en la fiesta de despedida
de los alumnos franceses de intercambio.